Relax

Relax

martes, 16 de diciembre de 2014

MIAU


Un samurai, feroz guerrero, pescaba apacilemente a la orilla de un río. Pescó un pez y se disponía a cocinarlo cuando el gato, oculto bajo una mata, dio un salto y le robó su presa. Al darse cuenta, el samurai se enfureció, sacó su sable y de un golpe partió el gato en dos.

Este guerrero era un budista ferviente y el remordimiento de haber matado a un ser vivo no le dejaba luego vivir en paz.

Al entrar en casa, el susurro del viento en los árboles murmuraba miau.
Las personas con la que se cruzaba parecían decirle miau.
La mirada de los niños reflejaba maullidos.
Cuando se acercaba, sus amigos maullaban sin cesar.
De noche no soñaba más que miaus.
De día, cada sonido, pensamiento o acto de su vida se transformaba en miau.
El mismo se había convertido en un maullido.

Su estado no hacía más que empeorar. La obsesión le perseguía, le torturaba sin tregua ni descanso. No pudiendo acabar con los maullidos, fue al temploa pedir consejo a un viejo maestro Zen.

– Por favor, te lo suplico, ayúdame, libérame.

El Maestro le respondió:

– Eres un guerrero, ¿cómo has podido caer tan bajo? Si no puedes vencer por ti mismo los miaus, mereces la muerte. No tienes otra solución que hacerte el haraquiri. Aquí y ahora.
– Y añadió: Sin embargo, soy monje y tengo piedad de ti. Cuando comiences a abrirte el vientre, te cortaré la cabeza con mi sable para abreviar tus sufrimientos.

El samurai accedió y, a pesar de su miedo a la muerte, se preparó para la ceremonia. Cuando todo estuvo dispuesto, se sentó sobre sus rodillas, tomó su puñal con ambas manos y lo orientó hacia el vientre. Detrás de él, de pie, el Maestro blandía su sable.

– Ha llegado el momento -le dijo-, empieza.

Lentamente, el samurai apoyó la punta del cuchillo sobre su abdomen. Entonces, el maestro le preguntó:
– ¿Oyes ahora los maullidos?
– Oh, no, ¡Ahora no!
– Entonces, si han desaparecido, no es necesario que mueras.

En realidad, todos somos muy parecidos a ese samurai. Ansiosos y atormentados, miedosos y quejicas, la menor cosa nos espanta. Los problemas que nos preocupan no tienen la importancia que les otorgamos. Son parecidos al miau de la historia.

Ante la muerte, ¿qué cosa hay que importe?

DAR LA LUNA






Un maestro de Zen vivía el tipo de vida más simple, en una pequeña choza a los pies de una montaña.

Una tarde, mientras estaba ausente, un ladrón entró furtivamente a la choza sólo para encontrar que no había nada para robar.

El maestro de Zen volvió y lo encontró. “Usted ha venido desde muy lejos a visitarme”, le dijo al merodeador, “y usted no debería volver con las manos vacías. Por favor, tome mis ropas como regalo”. El ladrón estaba desconcertado, sin embargo tomó las ropas y se dio a la fuga.

El maestro se sentó desnudo, mirando la luna. “Pobre tipo“, meditó, “desearía poder darle esta hermosa luna”.

domingo, 14 de diciembre de 2014

RIQUEZA











 



- Maestro, quiero ser rico. Dame un consejo!

- Quieres ser rico? Abre tus ojos y mira y ve el bello color verde del prado que te rodean, abre tus oídos y escucha y oye el murmullo de la brisa en las hojas de los arboles, abre tus narices y huele el aroma a tierra mojada por el rocío matinal, abre tus manos y siente el frío del día que comienza… 

- Pero haciendo todo eso apenas seré un poeta y nunca llegare a ser rico!!!!! 

- Precisamente, si no lo haces, nunca lo seras; y si lo haces, habrás preparado tus sentidos para reconocer la riqueza en cualquier situación que te encuentres y aprenderás a guardarla para ti.

PERLAS

 
 
 
Había una vez en el lejano Oriente un hombre considerado muy sabio. Un joven viajero decidió visitarle para aprender de él.
 
-Maestro, me gustaría saber cómo llegar a ser tan sabio como usted...

-Es realmente sencillo, -le dijo- yo solo me dedico a descubrir perlas de sabiduría. ¿Ves aquel gran baúl de perlas?
 
-Sí.
 
-Son todas las que he acumulado durante mi vida.
 
-Sí pero... ¿dónde puedo encontrarlas?
 
-Están en todas partes. Es cuestión de aprender a discernirlas. La sabiduría siempre está preparada para quien esté dispuesto a tomarla. Es como una planta que nace dentro del hombre, evoluciona dentro de él, se nutre de otros hombres y da frutos que alimentan a otros hombres.
 
-Aaahhhhh, ya, ya.... Lo que me está diciendo es que tengo que ir descubriendo lo que hay de sabio en cada persona para crear mi propia sabiduría y compartirla con los demás...

En aquel momento, las palabras de aquel joven parecía como si se fueran formando una pequeña nube de vapor de agua que se condensaba hasta solidificarse en una pequeña perla. Inmediatamente el maestro la recogió para ponerla junto al resto de perlas.
 
El maestro le dijo:
 
-Realmente, mi única sabiduría es recopilar estas perlas para después saber utilizarlas en el momento oportuno.

viernes, 12 de diciembre de 2014

NI MAS, NI MENOS...





Existía un hombre muy rico que a pesar de tener mucho dinero tenía una naturaleza mezquina. No soportaba el hecho de gastar ni siquiera un centavo de su dinero.

    Un hermoso día, el Maestro Ch`an Mo Hsin fue a visitarlo.


    -El monje dijo: “Suponga que mi puño estuviera cerrado así para siempre, desde el nacimiento hasta la muerte, sin cambio; ¿cómo llamaría a esto?...”


    -“Una anormalidad.”


    -“Suponga que esta mano estuviera abierta así para siempre, desde el nacimiento hasta la muerte, sin cambio; ¿cómo llamaría a esto?...”


    -“Eso también sería una anormalidad.”
 

    -“Sólo es preciso que usted comprenda lo que acabamos de conversar, para que se convierta en una persona rica y feliz".

miércoles, 29 de octubre de 2014

LA SOPA DE PIEDRAS

Marcia26-h-5

Hubo una vez hace muchos años, un país que acababa de pasar una guerra muy dura.

Los soldados de un ejército invadieron un pueblito, aposentándose allí; y como sus habitantes se negaban a darles alimento, los soldados un día proclamaron que iban a hacer una sopa de piedras.
¿¡Una sopa de piedras!? –exclamó sorprendido el pueblo-. El anuncio causó conmoción.

Los soldados, sin preocuparse por lo que allí se decía, cogieron una marmita y unas cuantas piedras; las lavaron y las echaron al recipiente que pusieron sobre un fuego, añadiendo un poco de agua.


El agua comenzó a hervir. “¿Podemos probar la sopa?”, preguntaron impacientes alguno de los lugareños que allí se encontraba. “¡Calma, calma!” dijo uno de los soldados, la probó y dijo: “Mmmm…¡qué buena, pero le falta un poco de sal!”, a lo que respondió el hombre del pueblo que deseaba probar aquella especie de guiso “En mi casa tengo un hueso de jamón”, y salió corriendo por el. Trajo el hueso y lo echaron a la olla.

Al poco tiempo otro soldado volvió a probar la sopa y dijo: “Mmmm… ¡Qué rica!, pero le falta un poco de tomate”. Entonces uno de los chicos fue a buscar unos tomates y los trajo enseguida. Y así sucesivamente varios de los lugareños fueron trayendo cosas: patatas, zanahorias, coliflor… La olla se llenó. Los soldados removieron una y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probaron y alguno exclamó: Mmmm… ¡¡¡Es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida!!!

lunes, 27 de octubre de 2014

RIESGOS DE VOLAR BAJO









”Cuando empecé a pilotar, mi angustiada madre, ya que no podía disuadirme de tan insólita locura, me recomendó que, por lo menos, tuviera mucha prudencia: “Vuela bajito y despacito, hijo mío!” Era un entrañable pésimo consejo: no hay nada tan peligroso para un avión como volar despacio y además a poca altura. En realidad los aviones no pueden volar despacio por definición. Se mantienen en vuelo justamente gracias a la fuerza de sustentación generada por el aire que se desliza a gran velocidad a lo ancho del perfil del ala (…)
Así, pues, el arte de volar es bastante paradójico: la seguridad crece con la altitud (dentro de un orden), con la velocidad (hasta cierto punto) y con el frío (sin pasarse). Pero hay más paradojas: hay que despegar contra el viento (…)

La vida también se pilota así: contra el viento, alto y deprisa. Volar bajo es peligroso. Las personas que viven tocando tierra se engañan con la falsa esperanza de recibir tan sólo un golpe suave en caso de caída. En realidad, no hay nada tan seguro como poner aire de por medio, o sea, grosor existencial, altura de miras. Uno no puede limitar sus aspiraciones al bacatazo soportable, entre otras razones, porque nadie se estrella nunca muellemente: es imposible capotar con elegancia, siempre se quiebran muchas cosas cuando uno se desploma.

Lo prudente es volar alto y encarar los vientos, dominar el planeo y verlas venir. La prudencia es enemiga de la pusilanimidad: los timoratos acaban siendo temerarios. Los buenos navegantes, en caso de galerna, prefieren el mar abierto, lejos de la costa y sus peligrosos rompientes. Los temporales hay que capearlos con espacio de maniobra. Las águilas nunca se caen, mientras que las gallinas chocan incluso con su propio bebedero en sus cortos vuelos rasantes.”

(Ramón Folch: “El vicio de mirar: pasiones y paisajes de un ecólogo”)

martes, 21 de octubre de 2014

MIRATE A TI MISMO

  
  — Cuando mires a tus compañeros procura mirarte a ti mismo, dijo el maestro al discípulo.

— Pero, ¿no es una actitud egoísta?, cuestionó el discípulo. Si nos preocupamos por nosotros mismos jamás veremos lo que los otros tienen de bueno para ofrecer.

— Ojalá siempre consiguiéramos ver las cosas buenas que están a nuestro alrededor —contestó el maestro— pero, en verdad, cuando miramos al prójimo estamos sólo buscando defectos. Intentamos descubrir una maldad, porque deseamos que sea peor que nosotros. Nunca lo perdonamos si nos hiere porque creemos que jamás seríamos perdonados por él. Conseguimos herirlo con palabras duras afirmando que decimos la verdad, cuando apenas estamos intentando ocultarla de nosotros mismos. Fingimos que somos importantes para que nadie pueda ver nuestra fragilidad. Por eso siempre que estés juzgando a tu hermano ten conciencia de que eres tú quien está en el tribunal.

martes, 7 de octubre de 2014

LUCHA





No llores por lo que perdiste, lucha por lo que te queda...
No llores por lo que ha muerto, lucha por lo que ha nacido en ti...
No llores por quien se ha marchado, lucha por quien esta contigo...
No llores por quien te ignora, lucha por quien te quiere...
No llores por tu pasado, lucha por tu presente...
No llores por tu sufrimiento, lucha por tu felicidad...

Con las cosas que nos suceden vamos aprendiendo que nada es imposible de solucionar... Solo sigue adelante...

miércoles, 1 de octubre de 2014

INSULTOS


Un sabio cierta tarde, llegó a la ciudad de Luckar.

La gente no dio mucha importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a la población. Incluso después de algún tiempo llegó a ser motivo de risas
y burlas de los habitantes de la ciudad.

Un día, mientras paseaba por la calle principal de Luckar, un grupo de hombres y mujeres empezó a insultarlo.

En vez de fingir que los ignoraba, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.

Uno de los hombres comentó:


- ¿Es posible que además, sea usted sordo?. ¡Gritamos cosas horribles y usted nos responde con bellas palabras!.

- "Cada uno de nosotros solo puede ofrecer lo que tiene" - respondio el sabio.

martes, 30 de septiembre de 2014

ACTITUDES






 







El peregrino se acercó a tres hombres que trabajaban en una cantera cerca del camino y preguntó a uno de ellos:

-¿Qué estás haciendo?

-Ya ves –respondió- aquí sudando como una mula y esperando a que lleguen las ocho para poder irme a descansar.

Entonces preguntó al segundo:

-¿Qué haces tú?

-Yo –dijo- estoy aquí ganándome mi pan y el de mis hijos

Miró entonces al tercero para preguntarle

-Y tu ¿qué es lo que estás haciendo?

-Yo –respondió sonriente el tercero- estoy construyendo una catedral.
 

jueves, 25 de septiembre de 2014

LA CARRETA VACIA





Caminaba con mi padre cuando el se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó:

Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?

Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: Estoy escuchando el ruido de una carreta.

Eso es -dijo mi padre-. Es una carreta vacía.

Pregunté a mi padre: ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aun no la vemos?

Entonces mi padre respondió: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.

Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo:

"Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace"

La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Y recuerden que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero. Y nadie está mas vacío que aquel que está lleno de sí mismo.

martes, 16 de septiembre de 2014

EL APRENDIZ



El viento soplaba fuerte y frío, creando pequeños remolinos de hojas a la par que erizaba la piel del joven muchacho esparciendo el olor de su esfuerzo muscular al tensar el enorme arco.
El cielo gris tampoco ayudaba mucho.
¿Por qué no podían apartarse esas nubes del cielo ?.
Con tan poca luz casi no podía ver a su blanco. En su opinión habían escogido muy mal donde situar la pista de prácticas, ese cerro era escalofriante y parecía que el viento gustaba de burlarse del aprendiz de arquero. Además estaba convencido de que la diana estaba torcida.
¿Como pretendían que aprendiese así ? ¡No era posible acertar en ese blanco!
La flecha zumbó velozmente por entre los árboles, bella como un águila surcó el cielo para… fallar por casi ¡una braza entera!
- ¡Agghhh! – rugió de rabia Tao Tseng – ¡En estas condiciones no hay quien acierte! ¡¡Es imposible!!
La bella entrenadora Lin Piu, miró sonriente al muchacho, sus negros cabellos estaban recogidos en una hermosa tiara dorada mientras que unos amplios ropajes parecían bailar ante la silenciosa música que el travieso viento tocaba contra sus delicadas líneas femeninas.
- ¿De verdad crees que es imposible Tao Tseng? – y antes de que el aprendiz pudiera responder, agregó – ¿Por que lo crees así?
- Lin Piu, es obvio, creo yo -contestó el aprendiz, feliz de poder ser útil al marcar todos los defectos de la pista de entrenamiento, y poder ayudar así a solucionarlos y facilitar el adiestramiento de todos los arqueros que fueran detrás de él.
Quien construyó esto no se dio cuenta de que este cerro no es precisamente el mejor lugar para una pista de entrenamiento de arqueros. Aquí el viento es irregular y caprichoso, te despista de tu objetivo. Además hay poca luz, con lo que el blanco se ve mal.
Y ¿a quién se le ocurrió poner la diana entre los árboles ?.
El movimiento de las ramas distrae mucho. Creo que si alguien los podara, sería todo mucho más sencillo.

¡Ah! -agregó suspirando- y la diana no está recta del todo, sino que está un poco torcida a la derecha, eso hace que una flecha que le diese pudiera fallar el blanco. Si alguien lo corrigiese, entonces si podría dar en la diana. ¡¡Si no es imposible!!
¿A quien se le ocurrió poner esta pista aquí? ¡¡Sin duda no sabía mucho de arquería !!

Lin Piu rió dulcemente, su risa era como una hermosa melodía al son de la cual bailaba todo su hermoso cuerpo. Tao Tseng habría jurado ver danzar el espíritu de la bella arquero debajo de los amplios pliegues de su blanco kimono.
- ¿De verdad crees que quien puso esto aquí no sabia nada de Arquería? -preguntó casi como para si misma-. Pues quizás tengas algo de razón, pero sin duda sabia mucho del corazón humano.
Y acto seguido Lin Piu arrebató el gran arco de las manos del sorprendido joven y tomando una de las flechas clavadas en el suelo delante de él, la tensó y apuntó con una rapidez y destreza sin igual.
La mujer sólo apuntó un momento, pero Tao Tseng jamás olvidaría la expresión de esos ojos, normalmente vivarachos, seductores, y casi traviesos. Ahora estaban impresionantes, parecían absorber la esencia de todo lo que les rodeaba… a la par que se centraban en un solo y único punto.
Todo tardó menos de lo que Tao Tseng podía usar en tomar aire, y entonces la flecha ya estaba ahí, perfecta, precisa, en el justo centro de su diana, tal y como si siempre hubiera pertenecido a ese lugar.
- ¿Te das cuenta ahora Tao Tseng? -dijo la entrenadora-. Los fallos exteriores no importan, las circunstancias son irrelevantes, solo lo que hay en interior importa.
Tao Tseng se quedó maravillado con -literalmente- la boca abierta, jamás habría esperado ver tanta destreza ni una sabiduría semejante en una mujer tan joven y hermosa.
- ¿Que quieres decir? -balbuceó finalmente.
- Pues simplemente que todas esas cosas que me has dicho no importan. -dijo Lin Piu sonriendo con picardía-.
- ¿Cómo que no importan? -se rebeló desde lo mas hondo Tao Tseng- ¿Qué es eso de que no importan?
¡Todo lo que yo he dicho son problemas gravísimos y reales que existen!
¿Acaso no sabes mirar a tu alrededor y verlos?
– dijo ofendido y con su amor propio tocado.
- Claro que los veo! -Contestó la Maestra en Arquería divertida- ¡Esos y más! -ante la sorprendida mirada del joven, continuó- Tú no me has mencionado que las flechas están mal equilibradas, ni que el arco es demasiado duro pues ya es viejo y esta gastado. Tampoco has visto que el blanco esta más abajo que nosotros, lo que siempre es incómodo, ni que las hojas que revolotean con el viento pasan frecuentemente por delante de nosotros y la diana entorpeciendo la visión… ni unas cuantas cositas más que nos hacen… ¿como era? -y tras fingir ponerse seria para recordar con precisión, agregó: -Que hacen “imposible” dar en el Blanco.
Tao Tseng miraba fijamente la flecha, perfectamente clavada en su diana, debatiéndose internamente entre su joven orgullo masculino herido, y su admiración e increíbles ansias de aprender. Finalmente sus ansias de mejora pudieron sobre el rencor y repleto de una total admiración y aprecio, aceptó la lección de humildad y se preparó para aprender lo verdaderamente importante de la experiencia.
- ¿Me estas diciendo que conoces todos los fallos? -preguntó con sencillez.
La hermosa mujer, viendo la total sinceridad en los ojos del joven, respondió en el mismo tono franco que él.
- Todos… o casi todos -sonrió- aunque siempre hay algún aprendiz que me indica uno nuevo -su risa era como el dulce cantar de una paloma- ¡no sé como son capaces de dispersarse tanto, de esperar tanto!
- ¿De Esperar? ¿De Dispersarse? ¿Qué significa todo eso? -preguntó intrigado.
- Está todo relacionado -explicó ella- cuando la gente espera que las cosas sean de cierta forma, y no lo son, dispersa su concentración y sus energías en centrar inútilmente sus pensamientos en todos los fallos que no le gustan, y el desagrado que le crean, esa dispersión de sus recursos internos, les hace fracasar.
Tao Tseng tragó saliva, aún no lo entendía del todo, pero aquello había tocado una fibra sensible dentro de su ser.
- No entiendo bien lo que me dices -farfullo finalmente Tao Tseng- ¿Qué quiere decir “Esperar”?
La mujer dudo unos momentos antes de contestar.
¿Cómo podría explicarlo para que lo entendiera lo mejor posible?. Lo que le estaba explicando llegaba justo hasta el fondo de las más importantes hebras de la naturaleza humana… ¿Cómo poder llegar hasta ahí sin chocar con los muros de los prejuicios y orgullo que sin duda habitaban en el joven igual que habitan en cada ser humano que respira y camina?
- ¿Quién decide si una persona Triunfa o no? -Preguntó finalmente la entrenadora dando un sabio rodeo para poder traer la más intensa luz de la comprensión en la mente y el corazón del joven.
Tao Tseng dudó durante unos momentos, su mente le decía varias cosas contradictorias, pero su naturaleza era de arquero, así que acalló sus pensamientos y se centró totalmente en escuchar a su corazón.
- Ella misma -dijo al final-. Sólo una persona decide si triunfa o no.- ¿Cómo podría ser de otro modo?
Lin Piu aplaudió literalmente la sabiduría y el acierto del joven, ¡pocos eran tan sabios e inteligentes como para dar una respuesta tan precisa y verdadera!
- ¡Así es! -Dijo tan contenta que le espetó un beso de recompensa en la mejilla del joven y, posando su brazo como si fuera un camarada de batalla y agregó -Eres muy inteligente e intuitivo Tao Tseng, pues has sabido ver y aceptar la mayor de las verdades de esta vida, que solo uno mismo decide si triunfa o no.
La mujer hizo un silencio y luego continuó.
- Hagamos un juego, mi joven amigo, vamos a hablar rápido, yo te hago una pregunta y tu me respondes rápido. ¿De acuerdo?
- ¡De acuerdo! -Contestó el joven.
- ¿Quien decide si una persona triunfa o no?
- Ella misma -Respondió Tao Tseng con una sonrisa de triunfo.
- ¿Quien decide si yo triunfo o no?
- Tú misma -respondió Tao Tseng orgulloso de sus buenas respuestas.
- ¿Quién decide si tú triunfas o no?
- Yo mismo -contestó, aunque, en este caso le tembló un poco la voz. No es que dudara de la respuesta, Tao Tseng sabía que esa ERA la respuesta correcta y verdadera, lo que pasaba es que realmente le daba un poco de miedo la importancia que tal significado acarreaba sobre su vida.
- ¿Quién decide pues si tú triunfas y das en la diana o no?
- Yo mismo -contestó el Joven arquero alargando cada una de las palabras, sabía que estaba diciendo lo correcto, pero no podía evitar sentirse como si hubiera caído en una trampa.
La mujer sabía mucho más sobre el corazón humano de lo que nadie habría considerado “cómodo” estando en su presencia, así que el aprendiz no pudo evitar temblar cuando Lin Piu sencillamente le espeto.
- ¿No te sientes ahora mismo como si hubieras caído en una trampa? -Preguntó sonriente.
- Ciertamente si -contestó balbuceando él.
- Esta, mi joven amigo, es la “Trampa de la Vida”.
Tao Tseng encontró ahora algo más poderoso en su interior que esa sensación que parecía fascinarle y revolverle el estómago a la vez, y fue la fuerte necesidad de aprendizaje que siempre le dominaba.
- La Trampa de la Vida -repitió el- Fascinante… ¿Qué quieres decir exactamente con eso?
- Es más sencillo de lo que parece – dijo ella – de pequeños se nos explica que la vida es dura, y es cierto, ¡no sabes cuanto lo es! -explicó ella seria y feliz al mismo tiempo- La vida es inmensamente dura porque nos ha dado a todos y cada uno de nosotros la mayor de las cargas, la carga de la “Responsabilidad de Nuestras Propias Vidas”.
- Honor -murmuró el joven identificado con el sentimiento.
- Puede ser -dijo ella- y si no es eso, si algo muy parecido y quizás hasta más poderoso -el joven escuchaba extasiado-.
- Cuando a la gente le dicen que la vida es dura, se echan a temblar y a pensar que las mayores desgracias se abatirán sobre ellos -su hermosa cara tenía una peculiar sonrisa- no se dan cuenta de que la dureza de la vida es algo aun mayor que todo eso, es la Responsabilidad. El saber dentro nuestro que en realidad, y después de apartar todas las telarañas de excusas que queramos poner para no poder ver lo que es cierto, sólo existe una verdad, y es…
    Que cada Persona,
    es la única que decide
    si Triunfa… o no.

Tao Tseng estaba entendiendo más de lo que quizás desearía, así que cerró los ojos para poder asumir mejor la enorme carga sobre sus hombros y preguntó.
- ¿Quieres decir que el éxito en la vida es una cuestión de Decisión y Responsabilidad?
- Así es, mi pequeño amigo. Fíjate en el tamaño de esta verdad y comprenderás por qué, en su inmensidad, aun las más grandes culturas sólo pudieron aceptar y comprender pequeñas partes de su totalidad. Quizás pueda parecer que esas pequeñas partes se contradicen, pero igual que una pata de un Elefante es una parte, de la misma forma que lo es su trompa o su cola, todas son parte de la figura total, y no podemos juzgar la Gran Verdad sólo por una de las partes, sólo por la Totalidad de la misma.
- Dime, antes me respondiste bien y me dijiste que Sólo “Tu” decides si Triunfas… o no. - Dijo ella recalcando los hechos- Así pues, sólo tú decides si acertarás en la diana… o no. O si amas… o no. O si ganas dinero… o no. ¡¡Cualquier cosa!!
Pero no nos distraigamos de lo que nos interesa, la cuestión es que el único que decide si acertarás o no en la diana… ¿Quién es?

- Yo mismo -contestó Tao Tseng, el aprendiz de arquero.
- Así es. -y agregó- así pues, dado que sólo tú decides si aciertas o no aciertas en la diana, eso quiere decir que ¡Las Circunstancias son Irrelevantes! ¿Te das cuenta de eso?
Tao Tseng dudó antes de contestar.
- Si eso que me dices es cierto… entonces tu acertaste en la diana porque decidiste hacerlo así, ¿verdad?
- Así es -Contestó ella
- Pero eso también quiere decir que yo fracasé, no le di a la diana, porque así lo decidí y no por el viento, las sombras o las flechas mal construidas -dijo torciendo la cara en una mueca de disgusto.
- Así es -confirmo la chica – Pero… ¿Por qué lo hiciste?
Tao Tseng no lo sabía, no dudaba ahora que había fracasado porque así lo había decidido, cierto es que con todo su ser deseaba echarle la culpa a otra cosa, pero sobre todo era un arquero de Honor, y eso quería decir que reconocía sus propios fallos. Así que intentó descubrir por qué.
- Te ayudaré -dijo la joven-. El Problema no está en tus pensamientos conscientes, sino en esa parte de tu mente que trabaja sin que tu seas consciente de que lo hace, como cuando respiras, haces que tu corazón lata, o mueves una mano rápidamente por reflejo. -Hizo una pausa para que el aprendiz entendiera sobre que estaba hablando y continuo- La cuestión es que tú tienes una costumbre que todos tenemos, y es la de hacer Juicios y Prejuicios. Los Prejuicios son opiniones sobre lo que deberían ser las cosas antes de tener datos suficientes para tomar una opinión bien fundamentada.
Pues bien, cuando tú entraste en la zona de prácticas, te habías creado en tu mente una idea de como sería todo. Tú “esperabas” que todo fuese de cierta manera… pero resultó que las cosas no eran tal y como esperabas.
Así que acto seguido te pusiste a identificar como “malo” todo lo que no coincidía con tu opinión de como deberían ser las cosas y lo marcabas mentalmente como un “error” que debería ser corregido.
¿Por qué?… Sencillamente porque tú querías que las cosas fueran tal y como tú te las imaginabas, como esperabas que fueran. Así que ese descontento que tenías dentro de ti identificó un montón de errores y emitió un Juicio, un Juicio que quizás no fuiste consciente de ello más que con un simple sentimiento interno, un pensamiento tan rápido que no puedes identificar con palabras, sino con un movimiento rápido de la mente, una sensación de disgusto, quizás como un malestar escondido en un músculo, fuera como fuera, ese Juicio era “Esta Arquería está mal, nadie puede aprender aquí”
Tú, al “esperar” que las cosas fueran de una manera, y al ver que eran de otra, te NEGASTE A ACEPTAR como son en realidad. Esa negativa provocó ese Juicio en tu Interior. Y ese Juicio creo una DECISION interna. La Decisión de Fracasar, de errar el tiro, para demostrarte internamente que tu Juicio era el correcto, autoanfianzarte en tu interior de esta manera y quizás hasta llamar la atención sobre los demás para que corrigieran todos los errores.
¿Te das cuenta ahora de que todo sucedió en tu interior tal y como te digo?
Tao Tseng asintió avergonzado.
Pero no te preocupes mi amigo, esto ocurre en el interior de todas las personas y normalmente este proceso es el causante de todos los fracasos, simplemente la persona se convence de que las situaciones que le rodean sólo le pueden conducir al fracaso, y entonces internamente decide que va a Fracasar. Después, hace inconscientemente todo lo que está en su mano para hacerse fracasar a si misma, pues -sonrió- necesita saber que tenía razón.
- En cierta ocasión -comentó el joven tímidamente- escuché a dos Maestros arqueros hablando de términos parecidos… y lo llamaron… ¿Cómo era? ¡Ah, si! ¡ENTUSIASMO!
- Exacto! -Exclamó complacida la hermosa Entrenadora- El Entusiasmo no es otra cosa que como te hablas a ti mismo, el como te relacionas contigo mismo en tu interior, el como funcionan tus pensamientos para formar las decisiones oportunas. Los que se hablan mal a si mismos, marcando los “errores” y los “fallos”, sin duda lo que están haciendo es convenciéndose a si mismos de que tienen que Fracasar, y entonces se hacen Fracasar. Se frenan a si mismos con sus palabras al causarse decisiones negativas para si mismos.
- Pero -añadió el muchacho aún a riesgo de ser improcedente- pero esos errores realmente existían. ¿Acaso si los dejo de ver no estaré errando en mi apreciación? ¿No estaré faltando a la realidad ?
Las carcajadas de la mujer jamás podían haber sido mayores.
- Esa es la excusa más vieja de los fracasados mi joven amigo -al verlo ofendido añadió- perdona, no quería ofenderte, sin duda tú tienes talento de arquero, pero alguien en el pasado te metió esa idea, digna de un fracasado, en tu hermosa cabecita. En seguida comprenderás lo que quiero decirte.
Imagínate que estás en un camino en medio del bosque, llamemos a ese camino “Vida”, es de noche, está oscuro y supongamos que enciendes una vela entre tus manos. ¿Qué ocurrirá?
- Que se creara una luz, y podré ver mejor -respondió el joven.
- ¿Seguro? -sonrió la Entrenadora- ¿Sólo generarás una luz?
- Yo creo que si -dijo el joven.
- De acuerdo pues, ahora estás ESPERANDO, así que acompáñame -Y rápidamente le condujo hasta el almacén de los arcos, una pequeña caseta de madera bien cuidada, una vez dentro cerró todas las ventanas con sus postigos y atrancó la puerta creando una oscuridad casi absoluta. -Ahora Tao Tseng, enciende esta vela.
El muchacho así lo hizo, aunque no fue fácil en la oscuridad. En cuanto pudo encenderla, comprendió lo que la mujer había querido expresarle.
- Ahora lo veo -dijo al fin- la vela genera luz, pero al generar esa luz, también estoy causando sombras.
- La vida es “dura” -sonrió ella- con cada vela no sólo creamos una luz, sino que también generamos sombras, eso es así por definición, es la pura y dura realidad. Ahora imagínate que estás en tu camino de la “vida” y que decides encender esta vela. Bien, ahora tienes una luz que te puede iluminar el camino. Si usas esa luz, podrás llegar al final de tu camino con éxito. Pero… ¿qué ocurriría si te fijaras en las Sombras? ¿Qué verías?
- Supongo que Oscuridad -dijo el joven
- Así es, y ¿qué ocurre si cuando estas caminando vas mirando la oscuridad?
- Pues que veré Sombras y Oscuridad… es decir, que no veré… y si no veo.. -pensó
dubitativo- Tropezare y caeré.
- Así es: Si te fijas en las sombras de la vela, Fracasarás.
Tao Tseng estuvo en silencio durante más de diez minutos dejando que tamaña enseñanza penetrara hasta en lo más profundo de su mente.
- Así pues -dijo al fin- Para triunfar he de ignorar las sombras, y fijarme en la Luz, y
usar la luz que tengo para alcanzar el éxito en mi vida. ¿Verdad?

- Así es -dijo orgullosa la Maestra de su aventajado discípulo- Así es mi arquero. Un arquero se fija en la Luz, mientras que los fracasados, se centran en las sombras. Por eso mientras los arqueros alcanzan el éxito y obtienen todo lo que desean en la vida… los fracasados se dan con las espinillas contra las duras rocas y se comen el barro mezclado con la furia y la rabia de su fracaso.
El joven meditó durante mucho tiempo sobre estas palabras.
- Pero yo sé de personas que han fracasado en sus vidas y que no son malas personas, sino buenas. ¿Por qué les ocurre esto?
- No amigo mío -dijo Lin Piu maternal- son sólo personas que no han tomado la decisión de controlar sus vidas. Pero esa también es una decisión, la decisión de que otros controlen tu vida, y eso es algo que suele conducir al fracaso, pues… a dónde puede conducir la irresponsabilidad?
El éxito no llega por casualidad, hay que decidir alcanzarlo y aplicar esa decisión con nuestro trabajo para triunfar.

Tao Tseng estaba ansioso por saber más sobre este tema, pues sentía que era una revelación suprema para él, sus intereses y su vida. Pero la información y la revelación estaba siendo tan enorme, que decidió guardar silencio durante casi cuarenta minutos para dejar que sus hombros se adaptaran a la nueva carga que portaban, una que siempre habían llevado pero que sólo ahora reconocían como suya.
Lin Piu era Paciente, además de hermosa, y mientras el joven aceptaba el control de su vida e internalizaba el secreto del éxito, ella decidió disfrutar del momento y fue feliz simplemente mirando como se ponía el sol y sintiendo la suave textura de la fresca hierba bajo su piel.

sábado, 6 de septiembre de 2014

SUFRIMIENTOS







A la mujer chamán le gustaba sentarse bajo el ciprés a recibir el amanecer. 

Acababa de despuntar el día cuando por el camino se acercó una mujer. La profunda tristeza de su rostro bastó para que la chamán le comenzara a hablar:

- No sabes qué hacer con tu vida, ¿verdad? -le dijo con total comprensión-

La apenada mujer no pudo contener el llanto. La chamán le dio tiempo para que las lágrimas empezaran a limpiar su alma.

- No paro de buscar la felicidad -dijo la mujer cuando se serenó-. Busco y busco y no la encuentro. No puedo más.
La chamán esperaba siempre a que hubiera un rato de silencio antes de seguir hablando. Una manera de acallar la mente parlanchina y dar voz al corazón.

- Si siempre buscas en el mismo sitio y de la misma manera es imposible encontrar nada -le explicó- Déjalo ya. No insistas.

- Pero si abandono -replicó la atormentada mujer- sólo tendré este dolor.

La chamán cerró los ojos y tomó una respiración profunda antes de volverlos a abrir.

- Hemos convertido la vida -se lamentó- en una lucha que nos frustra y nos deja extenuados. Cuando te sientas mal, no te resistas. Si lo haces, estarás yendo contra tí misma. Lo que sientes es inevitable porque nace de lo más profundo de tu ser.

La mujer había dejado de llorar pero seguía sin comprender.

- Tu ser -le explicó la chamán- está intentando que el sufrimiento salga hacia afuera para que pueda ser sanado y tu mente, tus patrones, lo que has aprendido, lo quiere contener porque piensa que es malo.

Ahora sí empezaba a hacer suyas las palabras de la guía espiritual.

- Si juzgas ese dolor, alimentas el conflicto. Siéntelo, intégralo en este instante que es el único en el que están ocurriendo nuestras vidas. Cuando integras algo se disuelve en el conjunto.

El rostro y el alma de aquella mujer acabaron por distenderse cuando la chamán pronunció sus últimas palabras:

- Ahora -le dijo- no luches más contra lo inevitable. Descansa y déjate llevar por la vida. Cuando sea dolor y cuando sea alegría.

jueves, 28 de agosto de 2014

SIN MIEDO





Durante las guerras civiles en el Japón feudal, un ejército invasor podía barrer rápidamente con una ciudad y tomar el control. En una aldea en particular, todos huyeron momentos antes que llegara el ejército; todos excepto el maestro de Zen.

Curioso por este viejo, el general fue hasta el templo para ver por sí mismo qué clase de hombre era este maestro. Como no fuera tratado con la deferencia y sometimiento a los cuales estaba acostumbrado, el general estalló en cólera.

-¡Estúpido!, – gritó mientras alcanzaba su espada-,
- ¡no te das cuenta que estás parado ante un hombre que podría atravesarte sin pestañear!

Pero a pesar de la amenaza, el maestro parecía inmóvil.
- ¿Y usted se da cuenta?, – contestó tranquilamente el maestro-
- ¿que está parado ante un hombre que podría ser atravesado sin pestañear?

lunes, 25 de agosto de 2014

NO HAY MOMENTO PERDIDO








En una colina de Kyoto, la que había sido durante mil años la capital de Japón, hubo un parque que llegó a ser mucho más celebre que todos los demás. Y no porque contuviera una esbelta pagoda o un monasterio budista construido en sólida madera. De hecho, ninguno de los dos mil templos de la ciudad se hallaba allí.

Era un jardín modesto rodeado por arces donde crecían flores sencillas entre los caminos de piedra. Los paseantes y curiosos se acercaban atraídos por la tranquilidad del lugar, pero aún más por el singular jardinero que se afanaba en quitar las malas hierbas y regaba las plantas en las raras semanas sin lluvia.

Aquel frágil anciano caminaba muy encorvado, como si no hubiera hecho otra cosa en su vida que agacharse a limpiar y abonar el lecho donde prosperaban sus flores. En los pocos momentos que el parque no tenía visitantes, les hablaba con amor y animaba a los brotes más débiles a que se desperezaran e iniciaran su camino al cielo. Cuando llegaba la gente, se hacía el despistado faenando aquí y allá, hasta que algún niño o un adulto solitario le pedía consejo. El jardinero le regalaba entonces un haiku.

David había oído hablar de aquel hombre en el curso de literatura japonesa que estudiaba en California. Fascinado por aquellos breves poemas, trabajó de camarero innumerables fines de semana para pagarse un vuelo al país nipón y conocer al jardinero.

De camino a la vieja ciudad imperial, David ya había leído varios tratados sobre el arte del haiku, que podía resumirse en seis características:

I. Debe constar de tres versos no rimados.

II. Su brevedad permitirá leerlo en voz alta en el tiempo de una respiración.

III. Incluye alguna referencia a la naturaleza o a las estaciones del año.

IV. Utiliza el tiempo presente, nunca se proyecta al pasado o al futuro.

V. Expresa la observación o asombro del poeta.

VI. Alguno de los cinco sentidos está presente en los versos.

David se había empapado de la teoría pero seguía sin comprender la misteriosa belleza que emanaba de haikus como el del poeta Yosa Buson:

Sobre la campana del templo

posada, dormida,

¡una mariposa! 

Tras podar un arbusto de flores amarillas, el jardinero levantó la mirada hacia el joven norteamericano. Le sonrió con familiaridad, como si llevará esperándole toda la mañana.

Tras un intercambio de reverencias y saludos, el estudiante le hizo en japonés las preguntas que había preparado:

- Maestro, dicen que usted es quien más sabe sobre este arte. Más allá de la métrica, los temas y todo eso, ¿qué es un haiku?

El jardinero fijó en el chico sus ojos diminutos y respondió:

- Ya lo dijo Matsuo Basho, “haiku es lo que está sucediendo en este lugar y en este momento”
- Aquí y ahora… Pero el poeta elige algo especial que esté ocurriendo, como una mariposa que se ha posado sobre una enorme campana, ¿no es así?
- ¡No! – protestó el jardinero – Todo lo que ocurre es poesía, no necesitas la mariposa ni la campana.

David reflexionó un poco y luego añadió:

- Pero hay muchos instantes en los que no sucede nada bello ni remarcable.
- ¿Ah, sí? ¿Cuáles son esos instantes?
- Momentos en los que estás aburrido, agobiado o demasiado cansado para pensar en nada.
- Me estás hablando del observador, no de lo observado. Que tú estés aburrido, agobiado o cansado no significa que el mundo sea así. Sólo tienes que lavarte los ojos con agua cristalina y volverás a ver la poesía en cada cosa.
- Entiendo, repuso impresionado. Se trata entonces de limpiar nuestra mirada, de hacer caer los filtros con los que teñimos lo que vemos ¿Es eso?
- Hablas como un doctor en budismo. Así nunca aprenderás el secreto de los haikus.
- ¿Cómo puede aprenderlo entonces, maestro?
- No puedes.

La expresión decepcionada del joven conmovió al anciano que añadió con voz dulce:

- Voy a darte un haiku de Kito Takai para que lo entiendas: 

“El ruiseñor

unos días no viene

otros viene dos veces”

Dicho esto, el jardinero tomó tomó al suelo un cubo de metal y se alejó con pequeños pasos en dirección a una fuente.

Plantado él también en medio de las flores, el estudiante meditó sobre aquellos tres versos. Tal como le había sucedido con otros haikus, apreciaba su belleza, pero no conseguía captar plenamente su sentido.

Mientras los niños correteaban por el jardín y las parejas se tornaban las manos en rincones donde creían no ser vistas, David esperó al regreso del jardinero para darle su interpretación:

- A ver si lo entiendo … ¿El día que el ruiseñor viene dos veces es para compensar que otro día no vino?
- ¡No has entendido nada! El ruiseñor no tiene ninguna obligación de venir.

El joven se quedó mudo hasta que una grieta empezó a abrirse en su comprensión y dijo:

- ¿Qué sucede cuando no viene el ruiseñor?
- Esa es una buena pregunta. ¿Qué sucede cuando tu crees que no está sucediendo nada?

David miró a su alrededor y vió los arces mecidos por el viento, las flores que prosperaban entre los caminos, un gato dormido junto a un estanque, paseantes jóvenes y viejos. Bajo la colina donde se encaramaban el jardín, el bullicio mesurado de Kyoto.

- Siempre está sucediendo algo bello, concluyó David, sí somos capaces de apreciarlo.
- Ahora lo has dicho, sonrió el jardinero. No hay momento perdido.

domingo, 24 de agosto de 2014

AHORA






Un guerrero japonés fue capturado por sus enemigos y encarcelado. Aquella noche no podía dormir, porque sabía que al día siguiente iba a ser interrogado, torturado y ejecutado. Entonces surgieron en su mente las palabras de su maestro Zen: "El mañana no es real. Es una ilusión. La única realidad es el Ahora. El verdadero sufrimiento es vivir ignorando este Dharma (enseñanza)". 
En medio de su terror, súbitamente comprendió el sentido de estas palabras, se sintió en paz y durmió tranquilamente.

martes, 29 de julio de 2014

LA MENTE Y LOS DESEOS







Se trataba de un hombre que llevaba muchas horas viajando a pie y estaba realmente cansado y sudoroso bajo el implacable sol de la India. Extenuado y sin poder dar un paso más, se echó a descansar bajo un frondoso árbol. El suelo estaba duro y el hombre pensó en lo agradable que sería disponer de una cama. Resulta que aquél era un árbol celestial de los que conceden los deseos de los pensamientos y los hacen realidad. Así es que al punto apareció una confortable cama.

El hombre se echó sobre ella y estaba disfrutando en el mullido lecho cuando pensó en lo placentero que resultaría que una joven le diera masaje en sus fatigadas piernas. Al momento apareció una bellísima joven que comenzó a procurarle un delicioso masaje. Bien descansado, sintió hambre y pensó en qué grato sería poder degustar una sabrosa y opípara comida. En el acto aparecieron ante él los más suculentos manjares. El hombre comió hasta saciarse y se sentía muy dichoso. De repente le asaltó un pensamiento: “!Mira que si ahora un tigre me atacase!” Apareció un tigre y lo devoró.



Cambiante y descontrolada es la naturaleza de la mente. Aplícate a conocerla y dominarla y disiparás para siempre el peor de los tigres: el que mora dentro de ella misma.

domingo, 15 de junio de 2014

LAS CUERDAS DEL VIOLIN







Ayer leí por casualidad uno de esos cuentos que gustan leer. Se trataba de un violinista que estaba en un concierto muy importante acompañado de una orquesta, y lleno de público. Tocando en esta función las mejores notas jamás oídas se le rompió una cuerda del violín. La orquesta paro, y el público se desilusiono, pero el violinista siguió tocando con tres cuerdas y la orquesta le seguía. Las notas que salían del violín eran igualmente preciosas. Pero nuevamente se rompió otra cuerda, y la orquesta paro, el público atónito no creía que le sucediera aquello a uno de los mejores violinistas, pero este decidió seguir tocando y la orquesta le acompañaba de nuevo. De pronto otra cuerda se rompió y solo quedaba una cuerda en el violín, la orquesta paro, no viendo salida a la situación para tan genial violinista, el publico lamentaba la tremenda situación, pero otra vez el violinista se puso a tocar y de la única cuerda que le quedaba saco las mejores notas musicales jamás oídas en violín y pudo terminar el concierto. Queda claro que al margen de las adversidades se puede seguir adelante.

lunes, 5 de mayo de 2014

DEL AMOR Y LA LOCURA






Cuentan que una vez se reunieron en algún lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los seres humanos. 

EL ABURRIMIENTO bostezaba, como siempre, cuando la LOCURA les propuso: 

- ¡Vamos a jugar al escondite! 

LA INTRIGA levantó la ceja, intrigada, mientras la CURIOSIDAD, sin poder contenerse, preguntaba: ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso? 

- Es un juego -explicó la LOCURA- Yo me tapo la cara y comienzo a contar, desde uno hasta un millón. Ustedes se esconden, y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego. 

EL ENTUSIASMO bailó, secundado por la EUFORIA. 

La ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA, a quien nunca le interesaba nada. 

Pero no todos quisieron participar. 

La VERDAD prefirió no esconderse. ¿Para qué?, si al final siempre la encontraban. 

La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido suya). 

La COBARDÍA prefirió no arriesgarse. 

- Uno, dos, tres... -comenzó a contar la LOCURA- La primera en esconderse fue la PEREZA que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. 

La FE subió al cielo. La ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. 

La GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. 

¿Que si un lago cristalino? Ideal para la BELLEZA, pensaba. 

¿Que si la rendija de un árbol? Perfecto para la TIMIDEZ. 

¿Que si el vuelo de la mariposa? Lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD. 

¿Que si una ráfaga de viento? Magnífico para la LIBERTAD. 

Así terminó por ocultarse en un rayito de sol. 

El EGOÍSMO, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero sólo para él. 

La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris). 

La PASIÓN y el DESEO se fueron juntos al centro de los volcanes. 

El OLVIDO... se me olvidó donde se escondió... pero eso no es lo importante. 

Cuando la LOCURA contaba 999.999... El AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal. Enternecido, decidió esconderse entre sus rosas. 

- ¡Un millón! - gritó la LOCURA- y comenzó a buscar. 

La primera en aparecer fue la PEREZA, a solo tres pasos de la piedra más cercana. 

Después escuchó a la FE, en el cielo, discutiendo con Dios sobre teología. 

A la PASIÓN y el DESEO los sintió en el vibrar de los volcanes. 

En un descuido encontró a la ENVIDIA, y así pudo deducir dónde estaba el TRIUNFO. 

Al EGOÍSMO no tuvo ni que buscarlo, el solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas. 

De tanto caminar, la LOCURA sintió sed; al acercarse al lago descubrió a la BELLEZA. 

Con la DUDA resultó más fácil todavía: la encontró sentada sobre una cerca, sin decidir aún de que lado esconderse. 

Así fue encontrando a todos, al TALENTO entre la hierba fresca; a la ANGUSTIA en una oscura cueva; a la MENTIRA detrás del arco iris (mentira, estaba en el fondo del océano) y hasta el OLVIDO... que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite. 

Pero el AMOR no aparecía por ningún sitio. 

La LOCURA buscó desesperada, detrás de cada árbol bajo, en el fondo de las lagunas, debajo de las piedras, en la cima de las montañas. Se volvió loca buscando. 

Cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal. 

Sonriendo, tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas. 

De pronto se escuchó un doloroso grito. 

¡Las espinas habían herido en los ojos al AMOR! 

La LOCURA no sabía que hacer para disculparse. 

Lloró, rogó, imploró, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo. 

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite, el AMOR es ciego, y... la LOCURA siempre lo acompaña.

                                                                     (M. Benedetti)