Relax

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sábado, 28 de marzo de 2015

PAGANINI





Algunos decían que era un genio. Otros, que era sobrenatural.
La realidad es que las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, por eso nadie quería perder la oportunidad de ver su espectáculo.
Una noche, el escenario de un auditorio estaba repleto de admiradores, preparados para recibirlo.
La orquesta entró y fue aplaudida. El director fue ovacionado.
Pero cuando la figura de Paganini surgió, triunfante, el público deliró. Paganini colocó su violín en el hombro y lo que sucedió a continuación es indescriptible.
Blancas y negras, fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas parecían tener alas y volar con el toque de aquellos dedos maravillosos.
De repente, un sonido extraño interrumpió el ensueño del público asistente.
Una de las cuerdas del violín de Paganini se había roto.
El director paró. La orquesta se detuvo. El público se quedo en silenció.
Pero Paganini continuó tocando.
Mirando su partitura como si nada hubiera ocurrido, él continuó extrayendo sonidos deliciosos de un violín con problemas.
El director y la orquesta, admirados, volvieron a tocar y el público se tranquilizó.
De repente, otro sonido perturbador atrajo la atención de los asistentes.
Otra cuerda del violín de Paganini se acababa de romper.
El director paró de nuevo y la orquesta se detuvo otra vez.
Pero Paganini siguió con el concierto.
Como si nada hubiera ocurrido, se olvidó de las dificultades y continuó arrancando sonidos imposibles de su violín de dos cuerdas.
El director y la orquesta, impresionados, volvieron a tocar.
Pero el público no podía imaginar lo que iba a ocurrir a continuación. Todas las personas, asombradas, gritaron cuando la tercera cuerda del violín de Paganini se rompió.
El director y la orquesta se detuvieron una vez más, como la respiración del público, que pensó que el concierto había llegado a su final. Pero Paganini siguió.

Como si fuera un contorsionista musical, arrancó todos los sonidos posibles de la única cuerda que quedaba en el violín. Ninguna nota fue olvidada.
El director, embelesado, se animó. La orquesta se motivó. El público pasó del silencio a la euforia, del pánico al delirio.
Paganini alcanzó la gloria. Su nombre perdura a través del tiempo. Porque el no es un violinista genial, es el símbolo del profesional que continúa adelante aunque todo el mundo diga que es imposible.

miércoles, 25 de marzo de 2015

CONTEMPLACION






Tajima no kami paseaba por su jardín una hermosa tarde de primavera. Parecía completamente absorto en la contemplación de los cerezos al sol. A algunos pasos detrás de él, un joven servidor le seguía llevando su sable. Una idea atravesó el espíritu del joven:

– A pesar de toda la habilidad de mi Maestro en el manejo del sable, en este momento sería fácil atacarle por detrás, ahora que parece tan fascinado con las flores del cerezo.

En ese preciso instante, Tajima no kami se volvió y comenzó a buscar algo alrededor de sí, como si quisiera descubrir a alguien que se hubiera escondido. Inquieto, se puso a escudriñar todos los rincones del jardín. Al no encontrar a nadie, se retiró a su habitación muy preocupado. El servidor acabó por preguntarle si se encontraba bien y si deseaba algo. Tajima respondió:

– Estoy profundamente turbado por un incidente extraño que no puedo explicarme. Gracias a mi larga práctica de las artes marciales, puedo presentir cualquier pensamiento agresivo contra mí. Justamente cuando estaba en el jardín me ha sucedido esto. Pero aparte de tí no había nadie, ni siquiera un perro. Estoy descontento conmigo mismo, ya que no puedo justificar mi percepción.

El joven servidor, después de saber esto, se acercó al Maestro y le confesó la idea que había tenido, cuando se encontraba detrás de él. Humildemente le pidió perdón. Tajima no kami se sintió aliviado y satisfecho, y volvió al jardín.