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sábado, 14 de agosto de 2010

Lakshmi y Saraswati


Cuenta una antigua historia Védica que un joven salió en busca de la Abundancia. Por muchos meses anduvo por los campos, hasta que un día se internó en un bosque donde encontró un maestro espiritual al que preguntó si conocía el secreto para obtener riqueza y prosperidad.


El maestro le contestó: "en el corazón de cada ser humano residen dos diosas, una es Lakshmi, la diosa de la riqueza, es generosa y bella, si tú la veneras, te prodigará con tesoros y riquezas, pero también es celosa, puede retirarte su apoyo sin prevenírtelo. La otra diosa es Saraswati, la disoa de la sabiduría. Si tú la veneras y te dedicas a alcanzar la sabiduría, Lakshmi se pondrá celosa y te prestará mayor atención. Mientras más busques la sabiduría, Lakshmi te perseguirá más intensamente".


Mientras más gente dedica su vida a la persecución de Lakshmi -dinero, mansiones, autos de lujo y otros símbolos de riqueza-, la verdadera abundacia, no es conseguir todo lo que el ego desea en un tiempo dado, es más bien saber quién eres tú realmente que es: pura consciencia, pura potencialidad. Tu sentido de ser se expande más allá de tu identificación con tu cuerpo físico o tu mente y despiertas a tu naturaleza esencial espiritual. En este estado de conscienca expandida, te deshaces de creencias limitantes y miedos, permitiendo al infinito campo de inteligencia llenar sin esfuerzo, tus deseos y deseos.


Hoy por hoy en nuestro ambiente económico, la hipnosis masiva de escasez y miedo puede llegar a ser irresistible. En lugar de agotar tu energía mental con preocupaciones, dirígela a cultivar riqueza espiritual y entusiasmo y a alcanzar tu verdadero potencial. Una manera de obtenerlo es meditando, conectándote con tu verdadera naturaleza...


La abundancia puede llegar en forma de amistades, sabiduría, dinero, expresión creatriva, buena salud, relaciones amorosas, energía mental y entusiasmo, paz mental e infinidad de otras maneras. Pero, de cualquier manera que la riqueza se manifieste, el hecho es que estos efectos son el resultado espontáneo de tu despertar espiritual; ellos no son buscados por sí mismos, si no son más bien el verdadero regalo que te da la vida: la manifestación de tu divinidad interna.

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